Fantasmas

Hace unos días intentamos restablecer contacto con alguien que conocemos desde hace más de una década. Alguien con quien tuvimos en su momento numerosas y prolongadas conversaciones. Alguien con quien llegamos a hacer promesas tontas de aquellas que brotan durante una noche de borrachera, o en este caso, al calor de una charla online que se extiende hasta bien entrada la madrugada.

¿Su respuesta? “No recuerdo quién eres”.

Pensar que para muchas personas no somos más que un recuerdo borroso o hasta una etapa del todo olvidada vuelve a activar aquella parte del cerebro que no deja de dar vueltas a cualquier evento insignificante.

Si todo marcha bien, todavía nos queda más de la mitad de nuestra vida por delante, y aun así ya hay tantísimas personas para quienes sólo somos un pedazo olvidado del pasado al que no hace falta regresar.

No hace falta ni imaginar la conversación que podrían tener dos personas indagando con nostalgia en el pasado, excavando casi por error una escena donde nuestra imagen aparece de fondo. El rostro difuminado, la voz distorsionada. Quizás recuerdan nuestro peinado o nuestra manera de vestir, pero aunque su vida dependiera de ello serían incapaces de recordar nuestro nombre.

Allí se detienen por un momento a pensar, y luego de decir en voz alta “¿Qué habrá sido de aquella persona?”, dan el tema por zanjado, y pasan a discutir sobre cualquier otro asunto que al momento parezca más relevante.



No hace falta imaginar la escena, porque hemos estado ya del otro lado de la ecuación, y en más de una ocasión.

Un día entraremos en la vida de un nuevo grupo de personas.

Con suerte nos volveremos cercanos y afianzaremos un lazo que nos conectará al mundo durante un buen rato, o bien, sólo será un encuentro pasajero que dentro de apenas unos días ya se habrá disuelto en el mar de eventos diarios que siempre ocupan nuestro tiempo.

La próxima vez que nos topemos a alguien de ese grupo, seremos incapaces de reconocernos mutuamente.

Si alguno de los dos perece, dicha situación se tornará imposible, llevando a que la huella dejada por el ausente quede condenada a desaparecer por completo.

Hubo un día en el que hicimos algo bastante fuera de lo común para nuestros estándares. Ese día, dada una serie de coincidencias apiladas, nos aventuramos a establecer una charla con una persona completamente desconocida en un entorno no creado para a la actividad social espontánea.



Omitamos detalles.

Basta decir que luego de haber entablado buenas migas por más de 2 horas (había mucho tiempo que matar) llegó inevitablemente el momento de que nuestro camino y el de aquella persona se habrían de separar, para difícilmente encontrarse otra vez. En ese momento decidimos (o quizás desde antes), sin decir una sola palabra al respecto, no intercambiar medios de contacto. De hecho, en ningún momento preguntamos por el nombre de la otra persona (o sí lo hicimos, pero ya olvidamos incluso ese detalle).

Nada.

Sólo nos despedimos como si nada.

Marchamos en nuestra dirección, y la otra persona se quedó allí.

Una última sonrisa fue intercambiada entre aquella dupla de un día, a través de un cristal, y así como inició, esa relación llegó a su fin.

De alguna manera, confiamos en que, de seguir aquella otra persona con vida, aún piensa en nosotros de vez en cuando con la misma nostalgia que nos invade al intentar recordar su rostro.

Porque evidentemente ya olvidamos sus facciones.

Tampoco recordamos su voz.

Parte de nosotros quiere creer que le regalamos “una canción” de despedida, pero también puede que simplemente estemos mezclando realidad y ficción acá.

Lo que sí es cierto, es que durante ese largo viaje dio tiempo incluso de que hicieramos un pequeño garabato que representase aquel breve instante ya extraviado en el tiempo.



Ya no tenemos el original de ese dibujo. Hemos desechado tantísimos bocetos, garabatos, y demás. Sólo algunas páginas seleccionadas se salvan de la extinción total gracias a un escáner que recibimos a manera de obsequio hace años, y que a su vez está ligado a otra persona y a otra historia que día a día se torna un poco más distante.

Aquí mismo, en el blog, hemos tenido breves charlas en la sección de comentarios con algunos de ustedes, lo que nos hace preguntar, ¿se acuerdan de nosotros? ¿Dejamos una impronta lo suficientemente fuerte como para prevalecer en el océano de sus recuerdos? ¿O quizá ya nos olvidaron?

¿Recuerdan que en algún momento les presentamos al que sería el programador a cargo de darle vida al sitio web de Lain? Bueno, ese tipo sigue en pie. Diario está conectado en discord, y ya que también estamos allí seguido (aunque en modo invisible, como acostumbramos desde siempre), el recuerdo de su existencia está siempre latente, así como el de otras personas con quienes hemos intercambiado aunque sea un par de mensajes en dicha plataforma.

Allí también podemos ver el perfil abandonado de aquel DJ que llegó a contarnos con harto júbilo que acababa de adquirir un machete para defensa personal, sólo para cesar al poco tiempo toda actividad en línea sin previo aviso y para siempre.

¿Cuántas historias como esa se esconden en lo más profundo de nuestra memoria?

Contempla una biblioteca, y aunque verás tantísima información disponible, lo cierto es que nunca faltará uno o varios libros que aun con todos los esfuerzos de preservación pasarán al olvido. Nadie los leerá. Les echarán una bomba, los quemará una nación enemiga, sucumbirán a un desastre natural, o simplemente acabarán en una planta de reciclaje cuando la institución que los hospeda se vaya a la quiebra, si es que tuvieron la fortuna de ser publicados en primer lugar, y no quedaron como un manuscrito que jamás fue leído por nadie.

La ciudad de Teotihuacán no fue construida por los mexicas, sino que ellos tan solo encontraron ese sitio, abandonado desde hace siglos, y al ver su magestuosidad, se dice que le dieron el nombre que hoy conocemos, cuyo significado es (presumiblemente) “Lugar donde los hombres se convierten en dioses”, aludiendo a la idea de que, en aquel impresionante sitio ya no quedaba ni un rastro de vida, pero gente capaz de erigir tales estructuras no podía simplemente haber desaparecido, sino que, seguramente trascendieron su forma humana y se convirtieron en algo diferente, más allá del entendimiento de los mortales.

En realidad, lo más probable es que fuesen víctimas de una epidemia, o se vieran desplazados por alguna sequía que les llevó a abandonarlo todo. Quizás fueron arrazados por algún grupo hostil que sólo iba de paso, cual vikingos en su momento.

Pero nadie sabe en realidad quiénes fueron o qué les sucedió.

Nadie sabrá en unas décadas o un par de siglos quienes fuimos la mayoría de nosotros.

Un meme ancestral en 240p le recordará al mundo que algún día hubo alguien llamado Edgar, a quien tiraron a un riachuelo de aguas negras.

Pero ya en serio… Es posible que algún entusiasta de Lain se tope con este blog dentro de cien años, y trate de unir piezas para determinar quién diablos se encontraba detrás de esta pantalla que hoy usamos para enviarles este mensaje (un pensamiento quizás arrogante de nuestra parte. ¿Qué opinan ustedes al respecto?), pero quizás sólo encuentre links caidos. Ni una señal de quien fuimos, si es que no llegan a la conclusión de que sólo fuimos un bot bastante avanzado para su tiempo.

Google irá a la quiebra, y el Web Archive será desmantelado. Allí será el fin de nosotros, si no es que primero nos damos a la tarea de borrar todo rastro de nuestro paso por la internet, en un esfuerzo paranoide por recuperar la privacidad que se nos ha venido arrebatando con los años.

No se sabe.

Eventualmente, todos los que leen, leyeron o leerán esto (y quienes no, también) nos convertiremos en poco más que fantasmas, recuerdos y registros extraviados cuya influencia en el mundo habrá sido tan pequeña que nadie intentará recordar.

Seremos como el antiguo retrato de un perfecto desconocido localizado en un puesto callejero de antigüedades.



Tu disco duro, tu actividad online, lo que sea que hayas hecho en el mundo. Un grafiti, una canción, un ensayo académico, o los ladrillos que colocaste en un departamento inasequible para tu bolsillo. Todo eso seguirá allí cuando tú seas una pila de huesos bajo tierra o cenizas en una urna.

Prominentes figuras históricas del día de hoy también serán olvidadas, aunque claro, tomará más tiempo en esos casos, pero como ya relatan historias de ciencia ficción, si no se extingue la humanidad en los próximos milenios, llegará el momento en que mucha gente abandone el planeta Tierra, y pasadas algunas generaciones apenas, esta roca que para nosotros lo es todo, para ellos no será más importante que para nosotros son los rostros de aquellos individuos sin nombre en una foto de apenas unas cuantas décadas.

Una capsula del tiempo que te lleva a un lugar y momento más ficticio que real, y del que sólo obtienes lo que tu propia mente es capaz de elucubrar.

En fin.

Parece que hemos viajado muy lejos, tanto al pasado, como al futuro, así que volvamos al presente antes de concluir esta diatriba nocturna contra el paso del tiempo.

Año 2025 d.C.
Lunes 14 de abril.
02:23h. Madrugada.
Algún lugar de México.

Se escuchan uno o dos perros ladrando a la distancia.

Alguien ronca no muy lejos.

Poca gente tiene motivos para estar despierta, o activa a estas horas en un día ordinario como éste, así que el sonido ambiente es más bien poco.

Aun así, ocasionalmente se oye pasar un auto o alguna motocicleta. En efecto, justo ahora pasa un auto frente a la caja de concreto donde residimos. Para cuando terminamos de escribir esta oración, el vehículo ya se perdió a la distancia, junto con su música de banda.

Nuestro oído derecho zumba apenas un poco, quizás en un esfuerzo por enfocarse en cualquier cosa, porque el “ruido” que nos inunda es tan sutil que nuestras capacidades físicas no son capaces de extraer nada de allí.

Pero no es silencio.

No hay tal cosa como silencio absoluto (cierra los ojos y no verás un negro puro. Apaga toda luz y verás sólo ruido, pero nunca un vacío total).

El sonido de nuestros dedos golpeando suavemente la pantalla táctil.

El ocasional rugir de nuestro estómago, diciendo que hace ya unas horas de nuestra última ingesta de comida.

No hay suficiente silencio como para llegar a escuchar el latido de nuestro corazón, o la pequeña corriente de viento generada por nuestra respiración.

El zumbido ahora es de un tono grave y viene del lado izquierdo. No es el mismo sonido que resulta de nuestro oído teniendo una minúscula avería, sino algo así como el ruido homogéneo que ocasiona quizás la instalación eléctrica que alimenta la luminaria urbana.

Un sonido constante y tan discreto que ni aun en condiciones como ésta somos capaces de reconocer.

Quizás con un buen micrófono podríamos captar con claridad esos sonidos, pero entonces deberíamos preguntarnos qué cosas se le escapan incluso a ese dispositivo, obligándonos a buscar un aparato todavía más sensible y poderoso, sólo para vernos en la necesidad de repetir el ciclo hasta el absurdo, olvidando en el proceso qué intentábamos lograr con esa medición.

Olvidando en el proceso qué intentábamos lograr con esa medición.

Olvidando en el proceso qué intentábamos lograr…

Olvidando en el proceso…

Olvidando…

Olvidando como aquella persona que mencionamos al principio, quien fue incapaz de recordarnos.

En efecto. A eso intentábamos llegar con todo esto.

A que quizás, así nos neguemos a admitirlo, o seamos incapaces de comprenderlo, existe una especie de miedo instintivo a la idea de pasar al olvido… pues sabemos bien que ese momento llegará tarde o temprano, y no deseamos tal cosa (De hecho, existen personas que llegaron a ser y serán olvidadas incluso en vida).

No queremos llegar a ser aquel fantasma esperando entre las ruinas a que alguien le recuerde, sólo para ver eones pasar frente a sus ojos sin que nadie, ni él mismo (¿o era ella?), sea capaz de darle una razón de ser a su etérea existencia.



Hoy vemos a nuestros ancestros yendo directo rumbo al olvido, quizá por esa razón nosotros sentimos cierta necesidad de hacer algo más grande, más impactante, más trascendente que lo que hicieron ellos… tal vez no es más que un intento desesperado por dejar huella (aunque también podríamos decir que nuestra existencia en sí misma es el resultado de esfuerzos que ellos emprendieron con tal de trascender en el tiempo, pero en lugar de procrear como lo hicieron ellos, preferimos un método distinto para preservar nuestra memoria).

“A ellos nadie los recordará cuando sus últimos familiares directos hallan muerto, pero nosotros, redactores de tremendo blog con miles de visitas… A nosotros nos recordarán más adelante. Un historiador o internauta curioso llegará aquí, buscará frenéticamente todo rastro de nuestra actividad online, y quedará cautivado y aterrado en igual medida si logra encontrar lo que desea”.

Sí, esa parece ser la mayor aspiración que tenemos al redactar estas palabras.

Claro que nuestra vida no se limita a nuestra actividad online, pero es innegable que gastamos numerosas horas frente a la pantalla en cosas tan mundanas como comentar en un capítulo de anime o en el nuevo disco que encontramos. Durante esas horas frente a la pantalla, el llamado “mundo real” es prácticamente inexistente, por lo que es aquí donde nos hacemos escuchar, en este espacio incierto donde nos compele la imperiosa necesidad de dejar registro de nuestro paso por aquí, aún si eventualmente, como todo, esos registros desaparecerán, como tantos que ya se han esfumado y otros más que sólo existen en las memorias de quienes estuvieron allí durante ese instante en que podría decirse, tuvieron vida.

Un pianista español de nombre Rafael Zacher publicó varios covers y composiciones originales alrededor del año 2009, para luego desaparecer sin razón aparente, dejando atrás nada más que aquellas piezas que jamás llegaron a un gran público.

Durante muchos años pensamos que había fallecido, pero hace no mucho descubrimos que sigue con vida, si bien, abandonó la música para dedicarse al entrenamiento canino.

Intentamos contactarle, pero a la fecha no hemos recibido respuesta alguna de su parte.

Quizás esta búsqueda por el pianista perdido no sea más que una fijación por el pasado y aprensión por el futuro, pero es digno de mención que una de sus canciones originales lleva por nombre “Remember me”, nombre relevante para el tópico que nos ocupa esta noche, y cuya imagen adjunta en aquellos años (hoy día, extraviada por completo), se parecía bastante a la infame escena de Ikiru, película de Akira Kurosawa, donde el protagonista se balancea lentamente en un columpio, en una noche nevada, a sabiendas de que se avecina el final de su muy humilde vida.



En fin. Ahora son las 03:08.

Le daremos una revisión a este texto antes de publicarlo, con las debidas ilustraciones y adornos necesarios. Pero mientras, pasaremos a olvidarnos un poco de todo cuanto hay en el universo entero, para sumergirnos en el sueño, donde nos aguarda el subconsciente, o quizás el vacío absoluto.

Ya veremos… O quizá no, porque de todos modos, solemos olvidar la mayoría de nuestros sueños.

18 comentarios:

  1. Mira que internet es una cosa maravillosa.
    Ya lo dijo Lain una vez, ¿no?

    Llevo entrando a tu blog desde hace casi 1 año por pura curiosidad, no publicas mucho (en realidad nada), pero lo uso como recordatorio constante de que debo terminarme el Lain Game.

    No es normal leer a alguien que escribe: "En lo personal, creemos...", pero despierta en mí ese morbo que atrae a los humanos de lo desconocido. Así que, bueno, ahora me toca dejar una marca por acá.

    Claramente todos seremos olvidados. En 5 mil millones de años el Sol se tragará la Tierra y no quedará ni siquiera el núcleo que ahora nos mantiene vivos a todos. Por supuesto, también es posible que nos hayamos extinto antes de eso, pero... ¿y qué? ¿Sólo por eso no vamos a vivir? ¿Sólo por eso no tendremos aspiraciones? ¿Sólo por eso tengo que deprimirme y quedarme a ver cómo llega el lamentable final de mi vida?

    Respuesta corta: no.
    Respuesta larga: que no, ctm.

    Qué le den al nihilismo. Es un despilfarro de potencial.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias por dejar tu huella. Ojalá ese hipotético historiador del futuro lea tu comentario. n_n

      Y qué decir al respecto del tema.? Sabes, otra creencia que tenemos es aquella de que todos tenemos cierta tendencia a querer enseñarle a los otros lo que consideramos es correcto. (Algo así como los predicadores religiosos que te abordan en la calle, pero más sutil)

      Por eso, sentimos que al expresar nuestros pensamientos acá debemos de aclarar constantemente que son nuestras ideas y puntos de vista, y nunca algo que demos por certero.

      Y sí, definitivamente hay momentos de la vida en los que "vivimos en el momento" sin preocuparnos de nada más, pero precisamente por estar en ese modo "vive la vida" es que no nos detenemos a escribir docenas de párrafos sobre ello… Curioso, no crees?

      Borrar
    2. Yo considero que 'filosofar' también es parte de "vivir la vida". ¿Qué hizo Aristóteles, más que filosofar? ¿Qué hizo Platón, más que filosofar? E incluso sólo filosofando siguen siendo recordados en nuestros días. Filosofar es algo muy humano y no hay cosa más bella que tener la capacidad de hacerlo, ejercerlo y disfrutarlo...

      Sin embargo, una cosa es estudiar determinados temas y otra muy diferente es regir tu vida por ellos. En este caso, el nihilismo es un gran campo de estudio y un tema muy interesante de tratar, pero el momento en el que lo conviertes en "aquel pensamiento que rige tu vida", cruzas la línea. Incluso el mismo Nietzsche advertía que el nihilismo había que superarlo.

      "Respetar la opinión de los demás" es recomendable siempre y cuando no vaya en contra de la "verdad". Y la verdad existe, aunque haya corrientes de pensamiento que renieguen de ello.

      De esa manera, si cada vida es valiosa y tiene un potencial desconocido, que se pierda porque una persona cayó en el espiral del nihilismo es un desperdicio...

      Eso es "verdad".

      Borrar
    3. ¿Qué hizo platón, más que filosofar? Muchas cosas que nosotros también hacemos, sin lugar a dudas. No obstante, aquello ha de haber parecido demasiado banal como para dejar registro de ello.

      “el momento en el que lo conviertes [al nihilismo] en ‘aquel pensamiento que rige tu vida’, cruzas la línea.”

      Me gustó esa frase, así que hago énfasis en ella. Quizás podríamos decir que eso aplica para todo. Otra idea que solemos tener en mente es la de “todo en exceso es malo”. Si tomamos demasiada agua, nuestro sistema es incapaz de procesar el líquido vital, y muere. ¿Cuánta agua debemos tomar? ¿Cuánto tiempo debemos ocupar en pensar (la teoría) y cuánto en “vivir” (la práctica)? ¿En qué hay qué pensar más, y qué actividades hemos de priorizar? Cada quién hallará su respuesta según su circunstancia. No hay respuestas correctas o equivocadas, o eso creemos nosotros.

      “La verdad existe”

      Vaya, esta es una frase tan sencilla, y aun así…

      En este caso en concreto, nos cuesta darte la razón allí. Es decir, afirmas que “verdad” es que “cada vida es valiosa y tiene un potencial desconocido”, pero eso suena más como UNA (posible) verdad, pero no LA (más importante) verdad que rige todo.

      Y siendo francos, ni a punta de pistola te sabríamos decir cuál es “La verdad”, de existir tal cosa, pues como ya podrás imaginar, los absolutos o afirmativos incuestionables nos eluden con tremenda agilidad.

      O bien, malinterpretamos el final de tu mensaje… Tú dirás.

      Borrar
    4. Admito que me sacaste una sonrisa.

      Para que quede registro, nunca dije que "cada vida es valiosa y tiene un potencial desconocido" sea LA VERDAD absoluta. Es UNA verdad, como aclaras. Imagino la VERDAD como un todo del que puedes extraer otras, no una sola frase y ya está.

      Sobre lo demás, no responderé una a una las preguntas porque son muy diversas y sustanciosas. No obstante, el ser humano tiene una maravillosa capacidad: aprender del pasado (entiéndase 'pasado' como todo lo que nos ha precedido y no sólo un punto en específico). Así, el cuerpo te avisa cuando debes parar de tomar agua; te avisa cuando tienes hambre; te avisa cuando tus articulaciones se atrofian por no moverlas; te hace sentir la necesidad de tener contacto físico y un largo etcétera.

      Podemos ponernos (sí, en plural) a definir la verdad filosóficamente desde la teoría de Sanders Peirce, pero eso no sirve para el público en general y ahí radica el problema. Por eso es más natural recurrir a lo que "ya está", a lo que "ya existe". Eso que los humanos sabemos intrínsecamente que es cierto.

      - La vida es lo más valioso que tenemos.
      Es algo que viene escrito en nuestro código genético. Una verdad tan profunda que nos aferramos a ella desde el momento en que nacemos.

      El resto, amigable persona, es historia.

      Borrar
    5. Nada que agregar.

      Nuevamente, gracias por compartir tus pensamientos. Siempre se aprecia bastante una pequeña plática de esta naturaleza.

      Borrar
    6. Larga vida al pensamiento profundo.
      .
      .
      .
      .
      A todo esto, ¿puedo agregarte en MAL?

      Borrar
    7. Claro.! Para eso está ahí. :)

      Borrar
  2. ¿Has leído "Posibilidad de una Isla" de Michel Houellebecq? Es una novela de comienzos de los 2000's. Trata sobre un futuro pos-apocalíptico en el que la humanidad está al borde de la extinción, reducida a bandas dispersas de salvajes, pero, gracias a la modificación genética, surgió antes otra especie, los 'neo-humanos', que representan lo último que resta de civilización y quienes viven aislados en sus propiedades-fortalezas, pero permanecen en contacto entre sí por comunicación digital. Ellos son clones de seres humanos que vivieron en el siglo XXI, quienes dejaron su código genético a una secta científica que afirmaba estar a punto de lograr la inmortalidad en la Tierra por medio del traspaso de la conciencia de cuerpo a cuerpo. Esto último no lo consiguen, por lo que cuando un clon muere es reemplazado por otro generado a partir del mismo código, quien se familiariza con sus anteriores 'yo' leyendo los diarios que ellos han escrito y que legan sucesivamente. Varios problemas como las guerras o el hambre son inexistentes, pero el aislamiento los ha hecho olvidar la alegría y la tristeza por igual. El protagonista, quien vive en el siglo XXIII, es el clon número 25, creo, de un tal 'Daniel', quien fue un comediante exitoso en su tiempo pero con una vida amorosa deprimente. La obra maneja temas como la depresión, la crisis existencial, el consumismo, la soledad, y como mencionabas en este post, la condición del 'olvido'. Quizás te guste, eso sí, no hay final feliz!

    Lucrecio decía que no debíamos temer a la muerte, y al olvido de nosotros que esta supone. Incluso grandes héroes y emperadores fueron olvidados también, "no seremos los primeros ni los últimos". Aunque creo que simplemente nunca estaremos del todo preparados cuando esta llegue, por mucho que reflexionemos el asunto.
    Por cierto, durante un tiempo hablamos por discord, no sé si quieras retomar contacto (Isk0679).

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Un final feliz no es sinónimo de una buena historia, ni viceversa. Ojalá podamos echarle ojo a ese libro, suena interesante.

      En efecto. A veces pensamos que toda la vida es apenas un preparativo para ese momento irrepetible de la muerte, y aun así, seguro que pocos llegan preparados.

      Uhm… Fíjate, no recordamos ese nombre de usuario. Tendrías que refrescar nuestra memoria de algún modo, o quizás mandar al diablo el pasado y empezar desde abajo. Aparentemente puedes escribirnos mediante este link: https://discord.gg/mUdKGn8a … porque buscamos el nombre que nos compartes, y no encontramos resultado alguno.

      Borrar
  3. Escribe más seguido, me gusta tu visión de vida y como lo logras plasmar en este blog

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. De hecho hay muchos temas que nos gustaría tocar, sólo que hasta ahora no nos hemos planteado publicar con regularidad. Es muy esporádica la cosa.

      Mientras tanto, gracias por el comentario. Es grato saber que hay quienes disfrutan el fruto de nuestras idas de olla, en especial considerando que este blog en principio no trata sobre eso en lo absoluto. Jajaja.

      Borrar
  4. Las jirafas no olvidan… talves? Que hay de malo en ser un fantasma? Llevo años siendo un cadaver que habla, se mueve pero no soy, estoy vivo? Para mí la esencia es la vida, creo carecer de la misma en la actualidad, desearía ser más que el cascarón de un ave que no floreció probablemente, yo en ocasiones recuerdo de ti, me gusta pensar que no hay coincidencias pero me es difícil entender el por qué debía de pasar lo que ha pasado.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Sólo se me ocurre el cliché de "Tú eliges qué significado darle a los eventos aleatorios que dan forma a tu vida"

      ¿Cómo explicamos la repetición de ciertos patrones sospechosos? ¿En verdad sólo son un pequeño bug en nuestro cerebro que nos hace susceptibles a enfocarnos en ellos e ignorar lo demás? ¿Será que llevan consigo un significado más profundo?

      Quizá ni siquiera es que podamos elegir cómo entender lo que nos pasa, sino que al contrario, primero suceden las cosas, y a raíz de aquellas se forma nuestra manera de entenderlas (o no entenderlas siquiera).

      En fin, gracias por recordarnos. Sin duda es una especie de alivio, aunque temporal como todo.

      Borrar

Deja un comentario para demostrar que no eres un bot.!!

.